miércoles, 25 de septiembre de 2019

Lagarto IX. A los jóvenes del viejo Jaen

Es una niña especial: Capilla se llama. Vive en la calle Alegría: bella y a la vez abandonada del viejo Jaén.
Su pelo negro y largo y sus ojos azules de cielo adolescente son el patrimonio más valioso de sus padres.
Capilla conoce el sacrificio hermoso y fiero de sus progenitores al despertarse al alba, cuando el sol sale por el oriente mágico de la sierra más bruja de Jaén.
Su sueño conocer la guarida del lagarto- como ya sabes querido lector, cerca del convento trinitario-: solo unos cuantos afortunados y afortunadas pueden ver el magno convento y solamente los iniciados conocen el escondite pétreo y profundo del dinosaurio.

Pero el corazón de Capilla, armado de una timidez cautivadora va destronando y derrumbando al del granítico animal: el órgano vital del lagarto ha bajado la guardia, como la bajamar de la más azul playa; y el verde animal sucumbe a la destreza y bondad de la joven lagartiana.

El mayor deseo de Capilla - nombre poco común en este Jaén moderno y olvidado de sus tradiciones- es ser pintora: una artista comprometida con las personas humildes del viejo lagarto y con la belleza de esta ciudad lagartiana; con la hermosura de sus sierras periurbanas, adonde el alma del poeta mira, en las tardes melancólicas de Noviembre, para descubrir e inventar
los versos más atrevidos.

Cierto día Capilla descendía por la descuidada calle de la Alegría: su lugar de destino el raudal de la Magdalena.
Pero antes paró en la calle Santísima Trinidad: pues conocía la leyenda o rumor de la aparición de la misteriosa niebla . Quiso con todas sus fuerzas imaginarserla y sentirla.
Ocurrió, pues algo mágico, a sus tiernos ojos llegó la palabra de los monjes y el convento surgió en su magna hermosura: la amable niebla se posó sobre ella y su sueño tantas noches soñado se le concedió: Capilla se desvaneció unos segundos ante tanta belleza.

El milagro se estaba produciendo, solo faltaba conocer al misterioso animal.
Ya saben queridos amigos que el lagarto torna en diferentes personajes; nuestro jurásico amigo no quería asustar a la dulce niña. Y en una bella decisión, de la puerta principal del convento, mientras la niebla acariciaba la luna, apareció un dócil personaje: su profesión pintor, sus ojos verdes como la hoja débil del Quejigo y su pelo negro igual que la noche en el mar.
Capilla supo quien era: ambos se abrazaron con sus bondadosos brazos. Y con una calma celestial se produjo la trasmisión de conocimientos: a partir de este eterno abrazo la joven de la calle Alegría se convirtió en una perfecta maestra de la pintura, dominando todas las técnicas de este ancestral arte.

Capilla comenzó a ser una activista social y cultural; defendiendo con sus magníficos lienzos al viejo Jaén: su siguiente sueño, una facultad de Bellas Artes en el casco histórico de su Jaén querido, su lugar predilecto: el antiguo solar de los Uribe.

Hoy este que escribe, desde una plaza sin rosales, adonde los ojos del jaenes antiguo miraba al Convento de la Coronada, adónde el alma del jaenita viraba para ver a Jesús de los Descalzos, antes de ascender por la Ropa Vieja, ha sido advertido por un amigo que ayer en el foro jaenero nuestro mandamás mayor negó o alargo la posibilidad de una facultad en el viejo lagarto.
Aunque lo peor de todo fue el silencio de " Ciudadanos ", pero no los otros ciudadanos que con gran pasión y alegría aplaudieron a mi amigo.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Plaza Rosales 25 de Septiembre de 2019. A todas las Capillas del viejo Jaén.

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