jueves, 12 de septiembre de 2019

Lagarto IV

A veces mientras la noche prescinde de la tarde me gusta caminar por el viejo sendero que lleva a la inmensa cruz del vetusto castillo para pedir música a las nubes. Mi deseo, casi siempre no se cumple- corren malos tiempos para la lírica-; pero la fortuna suele trazar destinos y encuentros muy hermosos.
Al volver sobre mis pasos y la mirada acariciando el lienzo mágico de la solemne muralla, otra vez mi amigo el jurásico ha vuelto a sorprenderme en mitad de la noche. Con cierta cautela me voy acostumbrando a sus mágicas apariciones.
Escoltados por la luna- ya decreciendo y rompiendo su norma ancestral de solo salir cuando llena es la luna- hemos vuelto a admirar la hermosura del Jaén que parece desclavado de la más bella de las montañas.
Se imagina el dinosaurio un recorrido por el camino de la circunvalación, un ascenso rítmico por la sinuosa carretera del castillo con autobuses que cargados de turistas descubran









la conjunción tan exacta entre la sierra y la ciudad: entre lo rústico y lo urbano.
El verde animal , a través de sus desconocidos espías, aplaude muchas de las actuaciones del Ayuntamiento. Pero como animal que de cabeza dura es , sigue con sus reivindicaciones ya conocidas por todos.
Mi amigo siempre me lo recuerda: el patrimonio de Jaén es la humanidad de sus ciudadanos. Él apela a la unión y al diálogo.
Bajo por la calle Santísima Trinidad, el lagarto con alegre maestría ha regresado por sus veredas raudalianas a su guarida: veredas que solo pueden ver algunos iniciados.

Yo me imagino como seria el Convento de los trinitarios.
Esta noche lo más hermoso es no dormir.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. 28 de Agosto de 2019. Plaza Rosales.

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