jueves, 12 de septiembre de 2019

Lagarto I

A través de mi ventana: que ciertamente puede ser la tuya, cuando la tarde se enhebra noche mediante el ocaso, acércate a mi lado y observa el viejo Jaén. No tardes.
Desde este palco privilegiado mira igual que en una película tierna y delicada de blanco y negro las bondades de esta ciudad donde el reino se hizo santo a la vera de la Santa Faz de Cristo
Lo primero que tus ojos ven en este mágico visionado es la Catedral inmortal donde peregrino supo ver por primera vez la cara de Dios: templo mayor inmortalizado en verso por el poeta Bernardo López.
No hay tregua: el metraje no es largo ni corto, es sencillamente bello.
La delicada calle Maestra,  tan inmaculada como un tablero de ajedrez,  te invita a profundizar en las fauces amables del lagarto: Arco de San Lorenzo,  Iglesia de la Merced, Iglesia de San Juan, Convento de Santo Domingo, Iglesia  de la Magdalena...
Duérmete en las entrañas del lagarto y déjate acunar por su corazón de historia y añoranza.
Aunque esta película ofrece unas particularidades que pueden hacer que tu sueño no sea tan profundo y plácido; y se convierta en algo parecido a una pesadilla.
Quizá, aún,  tengamos tiempo de realizar la filmografía más hermosa. Así debemos quererlo y para ello necesitamos los más afamados directores y los actores y actrices más reivindicativos.
Imagínate esa escena tan hermosa, tan roselliana,  en la plaza de tu infancia donde por una bella coincidencia descubres el armónico edificio de una facultad universitaria. Que otorga savia nueva, sangre purificadora a ese viejo lagarto, dándole la nueva vida que necesita.
Pero el argumento no se detiene aqui.  Y en la memoria de nuestros recuerdos nos imaginamos esa sala de reparaciones, esa comisaria necesaria de " Canción triste de...." para curar las pocas anomalías de nuestro verde animal.
Piensa pues,amigo mío,amiga,  que el verdadero protagonista  de este poderoso films eres tú,  el residente; el que mora en las entrañas del viejo Jaén: crece con las bondades de tu lagarto, amalas.  Cuida de su granítico órgano para que el animal despierte de su letargo y nunca muera.
Sé,  tú,  jaenes, el de la Merced, el de Santiago, el de San Juan, el de la Magdalena.... el amo del lagarto y amalo como si te fuera la vida en ello.
Y que nunca digan de Jaén: " Ciudad de raudales perdidos..."

Martín Lorenzo Paredes Aparicio.  6 de Julio de 2019.El Portichuelo (Jaén)

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