domingo, 6 de octubre de 2019

Lagarto X. Jabalcuz

La belleza descuidada de la mañana ya comenzaba asomarse por oriente: los primeros rayos de sol apuntaban hacia mi montaña.
El sueño dulce y ligero, plácido como el agua que canta en la fuente. Un sueño hermoso, igual que los ojos del verde animal.
Otra vez más,la mágica señal: la niebla se hace fuerte- y aún estando el sol en lo más alto- se desliza entre los adoquines de la calle Santísima Trinidad. El lagarto cautivo, vuelve a salir por la puerta del convento trinitario.
Apenas tuve tiempo de ojear el azul cielo: el mensaje fue claro y rápido: había que desplazarse hasta la montaña. Mi amigo jurásico me esperaba en la quietud acuática de las termas de Jabalcuz, de sus cuevas eternas e inmensas.
Caminé con celeridad por la calle del Doctor Martínez Molina; el tiempo y el espacio se confundieron, y el resultado fue celestial- así lo canta el poeta Damiani en su famosa poesía: Jesús de los Descalzos ascendía su belleza por el cantón de la Ropa Vieja.
Atravesé la Santa plaza de María. Y ciertamente en un hábil suspiro ya cerca estaba de la fuente de la Peña.
Un grito ahogado brotó de la cantera: el espíritu de los destronados yacía encadenado a la piedra; pidiendo tornar a la paz que le había sido robada.
Jabalcuz ya se veía cerca. La roca inmensa hermoseaba las estribaciones, las puertas de la dulce sierra Sur. Y en su cima unos ojos verdes: con magna cadencia comenzaron a descender por la ladera del falso volcán.
El dinosaurio desde la profundidad de la cueva encontró el sendero divino que guiaba el agua hasta su eterno reposo.

¡ Qué alegría! ¡ Qué gran milagro ocurrió!
Otra vez el verde animal consiguió lo imposible: los jardines de Jabalcuz se abrieron descolgados de la piedra y su belleza competía con el alto sol.
Pero la magna hazaña no solo quedó en la hermosura de los jardines. Enfrente, en el lugar en que la carretera se convierte en curva, a la diestra, al pie de la montaña, las termas esperaban con ansiada calma la llegada del bañista. Y al lado, en la puerta de una blanca casería, María " la Guarda " aguardaba con su eterna sonrisa, dispuesta a hacer inolvidable la visita a la montaña.

Todo volvió a desaparecer: solo sigue colgado el cartel que anuncia una pronta restauración de los baños: el anuncio lleva más de cinco años.
Y el otoño de 2019, viaja de nuevo por Jabalcuz.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Jaén a 6 de Octubre de 2019. Otoño amarillo.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Otoño.

Vi tus ojos en la página de un libro.
En el cristal del otoño el vaho se dibujó hermoso.
Es octubre y las hojas atraviesan el umbral de la ventana.
Fuera en la plaza la lluvia acaricia la noche.
Ya es hora de sentir el ardor de tus labios.
Y esperar que el color del árbol se torne amarillo.

A Natalia. Martín Lorenzo Paredes Aparicio. 30 de Septiembre de 2019.

Amado

Era el año 33, Tú, pudiste con todo.
Pero parece que algunos lo han olvidado.
La noche es fría y él ha sido arrojado a la trinchera de hielo. Su dolor no puede ser visto para que no se quemen nuestros ojos.
Pero el resiste con su cruz. No pide agua, pues su sed será nuestra mortaja.
Amanece y la palabra lo busca: cruza la pendiente de la calle sabiendo que lo amas.
Es feliz. Y nosotros, mientras perecemos sin entender lo que es el amor.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. 28 de Septiembre de 2019. Jaén.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Lagarto IX. A los jóvenes del viejo Jaen

Es una niña especial: Capilla se llama. Vive en la calle Alegría: bella y a la vez abandonada del viejo Jaén.
Su pelo negro y largo y sus ojos azules de cielo adolescente son el patrimonio más valioso de sus padres.
Capilla conoce el sacrificio hermoso y fiero de sus progenitores al despertarse al alba, cuando el sol sale por el oriente mágico de la sierra más bruja de Jaén.
Su sueño conocer la guarida del lagarto- como ya sabes querido lector, cerca del convento trinitario-: solo unos cuantos afortunados y afortunadas pueden ver el magno convento y solamente los iniciados conocen el escondite pétreo y profundo del dinosaurio.

Pero el corazón de Capilla, armado de una timidez cautivadora va destronando y derrumbando al del granítico animal: el órgano vital del lagarto ha bajado la guardia, como la bajamar de la más azul playa; y el verde animal sucumbe a la destreza y bondad de la joven lagartiana.

El mayor deseo de Capilla - nombre poco común en este Jaén moderno y olvidado de sus tradiciones- es ser pintora: una artista comprometida con las personas humildes del viejo lagarto y con la belleza de esta ciudad lagartiana; con la hermosura de sus sierras periurbanas, adonde el alma del poeta mira, en las tardes melancólicas de Noviembre, para descubrir e inventar
los versos más atrevidos.

Cierto día Capilla descendía por la descuidada calle de la Alegría: su lugar de destino el raudal de la Magdalena.
Pero antes paró en la calle Santísima Trinidad: pues conocía la leyenda o rumor de la aparición de la misteriosa niebla . Quiso con todas sus fuerzas imaginarserla y sentirla.
Ocurrió, pues algo mágico, a sus tiernos ojos llegó la palabra de los monjes y el convento surgió en su magna hermosura: la amable niebla se posó sobre ella y su sueño tantas noches soñado se le concedió: Capilla se desvaneció unos segundos ante tanta belleza.

El milagro se estaba produciendo, solo faltaba conocer al misterioso animal.
Ya saben queridos amigos que el lagarto torna en diferentes personajes; nuestro jurásico amigo no quería asustar a la dulce niña. Y en una bella decisión, de la puerta principal del convento, mientras la niebla acariciaba la luna, apareció un dócil personaje: su profesión pintor, sus ojos verdes como la hoja débil del Quejigo y su pelo negro igual que la noche en el mar.
Capilla supo quien era: ambos se abrazaron con sus bondadosos brazos. Y con una calma celestial se produjo la trasmisión de conocimientos: a partir de este eterno abrazo la joven de la calle Alegría se convirtió en una perfecta maestra de la pintura, dominando todas las técnicas de este ancestral arte.

Capilla comenzó a ser una activista social y cultural; defendiendo con sus magníficos lienzos al viejo Jaén: su siguiente sueño, una facultad de Bellas Artes en el casco histórico de su Jaén querido, su lugar predilecto: el antiguo solar de los Uribe.

Hoy este que escribe, desde una plaza sin rosales, adonde los ojos del jaenes antiguo miraba al Convento de la Coronada, adónde el alma del jaenita viraba para ver a Jesús de los Descalzos, antes de ascender por la Ropa Vieja, ha sido advertido por un amigo que ayer en el foro jaenero nuestro mandamás mayor negó o alargo la posibilidad de una facultad en el viejo lagarto.
Aunque lo peor de todo fue el silencio de " Ciudadanos ", pero no los otros ciudadanos que con gran pasión y alegría aplaudieron a mi amigo.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Plaza Rosales 25 de Septiembre de 2019. A todas las Capillas del viejo Jaén.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Lagarto VIII. A Miguel del Montana.

A veces el lagarto muta,se transforma y su verde piel entre la niebla se esfuma y su silueta de animal prehistórico cambia: el magno animal se convierte en un paseante más de esta ciudad. Un jaenes más: esta vez el virtuoso animal es un pintor; su cuerpo espigado, sus manos largas y finas como el cristal y su tez morena recuerda a los grandes pintores jiennenses del XIX.

La campana llama al silencio. El convento trinitario vuelve a asomar a mis ojos. Envuelto en la más bella niebla: esta es la señal que anuncia que el lagarto va a salir. Como he dicho es un hermoso pintor.

La calle estrecha, inmaculadas sus baldosas, de un rojo mármol: un tablero de damas parece.
En esta rua del Jaén antiguo, aún perdura- y que siga por todo el tiempo- el Bar Montana.
Sus tapas deleitan el paladar del jaenes y del turista que con ojos llorosos y emocionados después de ver la magnifica Catedral, acude al socorro de la caña de cerveza y de su más famosa tapa: " Las criadillas". Cuya receta ancestral es velada como oro en paño por uno de sus propietarios: Miguel.

Es el Bar Montana un sitio atípico y diferente: más que una taberna al estilo manchego- Jaén bebé de las fuentes gastronómicas de la mancha- parece un museo.
Sus paredes atesoran acuarelas hermosisimas y bellísimos lienzos.; las pinturas son obras de los más ilustres pintores del Reino Santo.
Y el Conservador de este mágico bar-museo es Miguel: su conocimiento de la técnica pictórica es inmenso; experto en descifrar las texturas más escondidas y de encontrar como nadie esa movilidad de las sombras que hacen que el cuadro tenga vida propia. Más que un Conservador, Miguel parece un pintor: el autor de estas maravillas. A veces pienso que es un gran artista, pero su modestia y humildad le hace atribuir la autoría de las pinturas a ilustres pintores jaenitas.
La mezcla entre la caña, la gastronomía y el lienzo que ofrece este lugar es una dulce sinfonía de sentidos que te impiden salir del establecimiento.

Pero volvamos a nuestro amigo el lagarto o mejor dicho: nuestro querido pintor.
Amparado en su anonimato y cuando el sol ya comienza a despedirse por las torres de la Catedral, el artista, atrapado por el embrujo del ocaso, entró en el salón montaniano y con una cautela atrevida y sensible observaba las obras colgadas en su típica pared.
Leyó todos los lienzos y acuarelas, examinó con sus manos las pinceladas perfectas, tan vivas y puras, tan hermosas y reales.

Mientras Miguel vigilaba con ciega calma al extraño y magnífico visitante.
El pintor seguía absorto en sus pensamientos, mirando el arte clavado en la pared. Y en un descuido hermoso y rápido, sacó de su largo abrigo un lienzo y lo depósito delicadamente en una de las mesas. Y con una increíble celeridad salió del Bar.

Miguel, astuto como un zorro, no perdió detalle de tan mágica y rocambolesca escena: se acercó a la mesa y acarició el cuadro. Sus ojos lagrimearon las lágrimas más bellas; nunca había visto una pintura tan hermosa, tan bella y poderosa, tan perfectamente ejecutada.

El lienzo, escondido en un lugar seguro, espera ser amado en las paredes del Montana; aunque ciertamente depende de Miguel.
Mañana al alba cuando acuda a desayunar, le preguntaré por el sorprendente lienzo.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Jaén a 23 de Septiembre de 2019. A mi amigo Miguel y a la belleza y tradición jaenera del Montana.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Piel mojada.


En esta playa me quedo con el sabor verde de tus labios.
Alguien desde la cortina de un periódico te lanza sus ojos de anzuelo: su mirada es furtiva, pero pura.
La noticia sin prisa viaja entre las olas.
Me quedo con tu espalda mojada arrojada a un sol amarillo y distante.
Me quedo con el recuerdo de la primera vez.
Y espero paciente tu llamada para volver a sentir esa piel blanca y libre .
Como un amanecer sin prisa.

A Natalia.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Fuengijaen. 20 de Septiembre de 2019.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Poema en una botella.

El mar acuna siempre las palabras.
La botella acaba de acariciar la orilla: es de un cristal diferente; quizá viene de un río virgen de la amazonia.
El contenido del mensaje me lo puedo imaginar. La palabra es la única arma que salva vidas.
Mientras la botella se balancea llorosa al ritmo pudoroso de la ola.
Sé que allá en ese río amazónico alguien espera mi mensaje.
Solo puedo escribirle un poema.
Le diré que al otro lado de su mundo de bellas selvas y caudalosos rios todavía hay almas que luchan por salvar la madre tierra.

Mi palabra viaja en la botella , es pura y limpia como el corazón de un niño.
Y en la lontananza veo algo brillar y confío en el mar, capaz de cuidar y llevar la esperanza.

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. Fuengirola 19 de Septiembre de 2019.

Promesa.

Hallo la pausa antes de decidirme. Por fin soy valiente. La firmeza de una palabra es la luz que brota en un instante. El sol aún p...